lunes, 8 de junio de 2015

Una niña está perdida en su siglo buscando a su padre, de Gonçalo M. Tavares

Después de seis años sin volver a Lisboa, uno de los mejores momentos del viaje fue buscar de nuevo la Ler devagar, mi librería favorita y nómada. Ahora está en un espacio muy singular, el Lx Factory, un antiguo complejo industrial en el barrio de Alcântara reconvertido en espacio cultural, de pequeños negocios creativos y bares o restaurantes. Cuando la conocí, en 2002, estaba en un estupendo local junto a la rua da Rosa, en lo más alto del Bairro Alto. Después se disgregó en varios locales. La nueva sede de esta librería mítica es impresionante: una antigua rotativa, un espacio inmenso, de altas paredes llenas de libros, con escaleras metálicas y maquinaria industrial, y con algunas esculturas que parecen remedos de los inventos de Leonardo da Vinci. Cierto que la singularidad no tiene por qué ser aliada de la funcionalidad: encontrar un libro concreto no es siempre fácil si no se usan las escaleras portátiles, lo que convierte la experiencia en un desafío de vértigo. Fue fácil dar con algún libro que buscaba, pero me costó algo más localizar los libros de Gonçalo M. Tavares, un poco inaccesibles. Valió la pena: encontré a esta niña perdida en su siglo en busca de su padre.

Uma menina está perdida no seu século à procura do pai, 2014
Gonçalo M. Tavares (1970)
Porto editora, 2014, 196 p.

Leer a Gonçalo M. Tavares es siempre un placer. Uno de los últimos libros de este autor tan polifacético es esta novela asombrosa. No ha sido incluida en la serie “O Reino”, que reúne novelas como Jerusalém o esa maravilla que es Aprender a rezar en la era de la técnica, pero bien podría estar entre ellas. En Uma menina está perdida no seu século à procura do pai se juega a descomponer la trama en pequeños encuentros y reencuentros, de la mano de un hombre en fuga llamado Marius y de una niña con síndrome de Down llamada Hanna que dice buscar a su padre en la Alemania de una época indeterminada, aunque hay indicios de que es después de los años sesenta. 

Lo primero que hay que destacar es la delicadeza con que Tavares concibe esa relación entre Marius y Hanna. No hay, como es previsible, ninguna concesión a la sensiblería. En segundo lugar, llama la atención la riqueza de los propios personajes que encuentran, cuyas historias (¿secundarias?) bastarían para recomendar el libro. Pero hay además toda una serie de sugerencias y reflexiones sobre las relaciones entre el individuo y la historia, o sobre el peso de la realidad, que lo hacen más valioso. 

“–Vê, meu caro? Tudo em ordem. Não se trata de fugir, de não querer saber. Trata-se de manter uma direcção. Uma direcção individual. E só por isso resistimos. E por isso estou aqui. E já lhe mostrei que, no mesmo dia em que o meu avô morreu, o meu pai retomou a série. Não se trata de indiferença ou de falta de ligação com o exterior – trata-se simplesmente de continuar, apenas continuar” (p. 90)

Venzo la tentación de hablar a fondo de algunos pasajes del libro, no sólo por mi pereza de los últimos tiempos, sino sobre todo porque aún no ha sido traducido al español. La palabra spoiler es tan fea como su significado. Baste decir que se trata de una novela llena de reflexiones inquietantes y parábolas riquísimas, de preguntas sin respuesta y líneas en fuga que se disuelven en el aire. Muy recomendable para quien ya haya leído a este gran escritor.

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